El Universal

Una debacle electoral abre una oportunidad para la política exterior

Consultor internacional

Con contadas excepciones, la política exterior no pesa en las elecciones. Los recientes comicios legislativos en noviembre en EU no rompen con ese patrón. Sin embargo, el resultado en un estado en particular podría llegar a tener implicaciones importantes para la formulación de política exterior estadounidense. En una noche en la cual a los demócratas les fue mucho mejor de lo que preveían a lo largo y ancho del país, Florida fue la excepción. Ahí sí una marea roja arrastró las ilusiones de los demócratas de que el estado podría ser competitivo. Alguna vez fue considerado el estado bisagra más importante; no hay que olvidar que en la elección presidencial de 2000, Bush ganó el estado en el

Colegio Electoral, y por ende la presidencia, por apenas 537 votos. Hoy Florida se decanta cada vez más a la derecha y parece erigirse en un bastión republicano.

Pero hay un lado positivo a todo esto: una Florida sólidamente roja, que no está en juego ya en el Colegio Electoral, podría darle a los demócratas el margen de maniobra y la libertad de reconstruir su postura hacia Cuba basándose en los intereses de política exterior de EU en lugar de buscar cortejar a los cubanoamericanos del sur de Florida. Sin duda dejar de lado ese reflejo condicionado e ignorar esa memoria muscular no será fácil. Obama desafió esa sabiduría convencional ganando en 2008 y 2012 el estado al apelar a los cubanoamericanos moderados con políticas que favorecían las conexiones familiares, flexibilizando restricciones sobre remesas y viajes. En 2016 y 2020, el éxito de Trump en movilizar a la derecha cubanoamericana al revertir el acercamiento a La Habana persuadió a algunos demócratas de que el efecto Obama en el estado era una anomalía. Como resultado, Biden volvió a la postura predeterminada de tratar de ser tan duro con Cuba como los republicanos. La futilidad de este enfoque quedó demostrada en las urnas hace un mes, y una encuesta reciente de cubanoamericanos en Florida explica por qué: se opusieron abrumadoramente a la política de Biden hacia Cuba (72% a 28%), a pesar de que no era sustancialmente diferente de la de Trump.

A Einstein se le atribuye haber afirmado que la definición de la locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados distintos. Eso es lo que ha sido el embargo (que no bloqueo, como le gusta afirmar al presidente de México). No ha movido la aguja de lo que ocurre en la isla y le ha dado al régimen cubano la excusa —y el enemigo— para justificar sus fracasos y su autoritarismo durante seis décadas. Con este nuevo espacio de oportunidad que se abre, una política hacia Cuba basada en intereses nacionales reconocería que la geografía ineludible otorga a Estados Unidos y Cuba importantes intereses en común, que van desde la migración hasta el cambio climático, la salud pública o el combate al narcotráfico y crimen organizado trasnacionales, intereses que solo pueden promoverse a través de la cooperación, sin que ello implique quitar el dedo del renglón en materia de violaciones sistemáticas a los derechos humanos y un régimen dictatorial. La derrota demócrata en Florida finalmente hace posible una formulación de una política más racional hacia Cuba, en simetría con otras relaciones que EU mantiene con Estados autoritarios, como China. Pero habrá que tener la valentía, la visión, la habilidad política y la destreza diplomática para hacerlo. •

OPINIÓN

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2022-12-07T08:00:00.0000000Z

2022-12-07T08:00:00.0000000Z

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