El Universal

Adiós al alma de la Feria de Chapultepec

Desde su inauguración, en 1964, se convirtió en la atracción más solicitada de la zona de juegos. Fue la más alta de América Latina

ANGÉLICA NAVARRETE R. angelica.navarrete@eluniversal.com.mx MÓNICA LAVÍN editor@eluniversal.com.mx

A mediados de los años 60 la zona de los Juegos Mecánicos de Chapultepec, justo frente a la casa oficial de Los Pinos y cerca del edificio de la hoy alcaldía Miguel Hidalgo, ya era un sitio referente en la capital.

Al pasar en automóvil sobre Parque Lira y desde parte de Periférico, la enorme estructura de la Montaña Rusa robaba la atención de conductores y acompañantes y hasta era posible escuchar los gritos de quienes en ese momento disfrutaban de su altura y velocidad. Definitivamente era la figura y atracción central de la luego llamada Feria de Chapultepec.

Al pasar de los años, varios juegos cambiaron de nombre, se modificaron o desaparecieron, pero la Montaña permaneció ahí 58 años hasta este 2022 que se anuncia su desmantelamiento, con sus 33 metros de altura ofreciendo variadas emociones a sus fieles fans, hombres y mujeres que de jóvenes subían una y otra vez, seguían acudiendo ahora acompañados de sus hijos, sobrinos o amigos.

Los Juegos Mecánicos de Chapultepec formaban parte de un gran proyecto de ampliación del Bosque de Chapultepec impulsado por el regente de la ciudad, Ernesto P. Uruchurtu, quien la mañana del sábado 25 de octubre de 1964 acompañó al entonces presidente Adolfo López Mateos en el recorrido de inauguración. La tarde de aquel día todos los juegos fueron gratuitos para el público asistente.

El 25 de octubre de 1964 se inauguraron los Juegos Mecánicos del Bosque de Chapultepec. TUVO UN COSTO CERCANO A LOS 12 MDP EN 1964

Según la información, al día siguiente, el domingo 26 de octubre los capitalinos abarrotaron el Nuevo Bosque de Chapultepec, como se le llamaba, hoy Segunda Sección de Chapultepec, para recorrer en lanchas el lago artificial de dos metros de profundidad, las fuentes ornamentales del dios Tláloc, el ferrocarril infantil escénico cuya vía pasaba por parte del bosque y el Museo de Historia Natural. Era un sitio lleno de nuevas atracciones para la época.

Las notas de EL UNIVERSAL precisaban que

La montaña de encaje blanco en el cielo poniente de la Ciudad de México se volvió costumbre del paisaje. Algunos la vimos nacer. Era 1964. Cuando tuvimos la edad, hicimos fila, animados por el resto del grupo, para experimentar por primera vez La montaña rusa. Era la Feria de Chapultepec, pero la Feria de Chapultepec era La montaña rusa. Todo lo demás resultaba secundario: El ratón loco, El martillo, La casa de los sustos, (que daba el pretexto para acercarte al chico que te gustaba). Pero La monel costo de la Montaña Rusa, hecha en su mayoría de madera, fue cercano a los 12 millones de pesos y que su construcción la dirigió el señor Aurel Vatzin de la empresa National Amusement Device Company. Su caída se describía como “vertiginosa” y alcanzaba más de 110 kilómetros por hora y en plano entre los 60 y 70. Las cuotas por disfrutar de estos juegos serían para el pueblo “en extremo reducidas”.

“La integran dos simultáneos circuitos que tienen vías en dos sentidos y para su manejo se cuenta con un personal experto, debidamente preparado”; pero por órdenes del presidente Adolfo López Mateos el aparato funcionaría en días posteriores, pues se había determinado que para mayor seguridad de los usuarios se cambiaran los cinturones originales por otros, similares a los que se usan en las naves aéreas.

Incluso días antes de la apertura de los juegos, se informaba a la población de pruebas de seguridad colocando en los carros, sacos de arena y otros bultos simulando el cuerpo humano, también se decía que desde entonces la montaña ya era visitada por miles de paseantes ansiosos de su apertura.

A más de 6 meses de la inauguración, este lugar seguía siendo motivo de variadas notas periodísticas, en donde se afirmaba que a los visitantes no les importaba ni el frío, ni las lluvias cuando hacían aquellas largas filas de tres horas, para disfrutar de tan solo tres minutos y medio que duraba el trayecto, así sucedía al menos hasta febrero de 1965.

En las notas de EL UNIVERSAL se lee: “Sobresale por su altura y su instalación majestuosa la montaña rusa, la cual se puede admirar a muchos metros de distancia y es sin duda el aparato más solicitado…”. Era entonces la Montaña Rusa hecha de madera más alta en Latinoamérica.

Era tal la euforia de chicos y grandes que hasta se lanzó al mercado un juguete de jardín que la emulaba. Una tienda departamental, que aún vemos, anunciaba el “Novedoso Juego de Jardín Roller Coster”, una montaña rusa en pequeño con 80 cm de altura, “muy seguro”. “Carro que no se sale de la vía, hasta no tocar el suelo. Metal esmaltado en rojo, verde y amarillo combinados”, a un precio de 795 pesos, reza la publicidad.

En la década de los años 70 se registraron al menos cuatro muertes por accidentes en la Montaña Rusa; sin embargo, su fama y atractivo continuaron entre la población, pues durante décadas fue parte de gratos recuerdos, de días enteros de diversión y emociones para varias generaciones. Adiós al alma de la Feria de Chapultepec. • taña rusa imponía. Antes de animarte a trepar en aquel convoy que subía lentamente acompañado de ruido de polea que anunciaba que, una vez llegado a la cima, no habría manera de detener aquella bajada a toda velocidad para volver a subir y otra vez bajar, la mirabas. Aquella estructura de listones de madera, parecida a las maquetas que hacíamos con palillos, vibraba como un instrumento musical, como un animal prehistórico vivo y comparsa de nuestra diversión chilanga. Qué miedo la primera vez porque no sabías qué se sentía y tampoco te podías poner a llorar a los 13 años frente a tus amigos. Habías leído que no se permitía el acceso a personas con problemas cardiacos. Eso desbocaba tu propio corazón. Después de que descendían, con el pelo alborotado y mucha alegría o medio pálidos, los que te antecedieron en la fila, el carrito se movía hacia donde esperabas. Ni modo de echarte para atrás.

Después de vivirla por dentro, La montaña rusa permanece como un referente; un recordatorio de que has crecido en el DF y cada vez que pasas a un costado de su silueta te sigue narrando el estreno de la adolescencia. Aunque la ciudad envejece y tú también, nunca pensaste que aquella falsa montaña, orografía del contento, podría desdibujarse y dejar un boquete en el horizonte y en la memoria de tus años felices. Tomen fotos. No quedará huella de la montaña de encaje ni el eco de nuestros pasos jóvenes en la ciudad. •

Este 2022 se desmontó lo que fue un ícono del Bosque de Chapultepec.

ANIVERSARIO

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