Sensibilidad y reflejos con la cámara

Su lente registró épocas clave de la historia del país. Tuvo a su mando al equipo de reporteros gráficos de esta casa editorial en la década de los 60.

Un reportero gráfico debe tener sensibilidad y reflejos para retratar los acontecimientos que atestigua. Su labor jamás debe limitarse a oprimir el botón de una cámara, como si fuera un autómata, explicó el fotoperiodista Daniel Soto Coranges.

El 21 de septiembre de 1983, EL UNIVERSAL publicó una entrevista a Daniel Soto, quien durante 20 años laboró en El Gran Diario de México, donde llegó a ser jefe del departamento de Fotografía.

De acuerdo con el periodista Ángel Gómez G., el reportero gráfico fue el único que retrató el Palacio Nacional, Bellas Artes y la columna de la Independencia bajo copos de nieve, después de la nevada del 11 de enero de 1967 en el entonces Distrito Federal.

Se lee que durante 34 años se desempeñó como reportero gráfico, su primer contacto con el mundo del periodismo lo tuvo a fines de los 40, cuando cargaba la cámara de Antonio Velázquez, “El Indio”, fotoperiodista del periódico La Prensa. Al inicio de su carrera, los equipos Foto Flood y R-2 lo ayudaron en su formación como fotorreportero, ambas tenían reflectores y tripiés.

En la conversación, Daniel Soto recordó sus impresiones al retratar tragedias, el desánimo que le causó ser testigo de un acto de represión y censura a los medios de comunicación, su gusto por conocer a personas de todos los estratos sociales y hasta compartió algunas recomendaciones para las nuevas generaciones de fotoperiodistas.

Dijo que el incendio de la ferretería “La Sirena” fue uno de los sucesos que más lo impresionó. Aquel siniestro se registró el 28 de noviembre de 1948 en las calles 16 de septiembre y Palma de la Ciudad de México.

Recordó que cuando trataban de controlar las llamas, 12 bomberos murieron al desplomarse el edificio.

“Ahí vi (…) cómo sacaron los 12 cuerpos, no me acuerdo el número exacto, fue una tragedia nacional, el incendio duró tres días, precisamente en el año de 1948. Yo tomé una foto que incluso ni la quisieron. Se veía una bota que era sacada por un bombero, salió con pierna y todo”, recordó Daniel Soto.

GREMIO. En dos ocasiones dirigió la Asociación Mexicana de Fotógrafos de Prensa.

CON UN NUDO EN LA GARGANTA

Daniel Soto nació en Michoacán. Cuando era niño tenía que recolectar leña para llevarla a su casa. En esa época, le gustaba cazar conejos y aves, también atrapar camaleones y lagartijas. En ocasiones trepaba árboles de capulines, duraznos, nueces y peras. Además, le fascinaba comer habas, nopales y tunas.

En su vida profesional, fotografió a la reina Isabel II de Inglaterra, le tocó cubrir la entrada triunfal de Fidel Castro en La Habana en enero de 1959; obtuvo primeras planas por sus imágenes de los Juegos Olímpicos cuando se realizaron en México en 1968.

Desde fines de los 50 y hasta principios de los 80 retrató la toma de Ciudad Universitaria de 1968, estuvo presente en la ceremonia de toma de protesta de los presidentes Adolfo Ruiz Cortinez, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y José López Porti|llo, entre otros acontecimientos que cambiaron el rumbo de la historia en México.

A lo largo de su carrera visitó en cinco ocasiones la Casa Blanca y fotografió a los mandatarios John F. Kennedy, Lydon Baines Johnson y Richard Milhous Nixon.

En una visita a Estados Unidos, el presidente Kennedy le entregó una credencial que lo acreditó como miembro honorario de la Asociación de Fotógrafos de la Casa Blanca.

“En el desarrollo del trabajo, sobre todo en algunos eventos, me emocionaba mucho sobre todo cuando acompañaba yo a algunos presidentes de México al extranjero o algunos mandatarios visitaban nuestro país; en las ceremonias protocolarias que les daba el pueblo, uno como observador, además de captar esas emociones, pues… también tiene uno su corazoncito y también llega la emoción. Por ejemplo: cuando en la Casa Blanca escuché el Himno Nacional Mexicano, se me hizo un nudo en la garganta. Era el año 59 y el encuentro fue entre los presidentes López Mateos y Eisenhower”, recordó Daniel Soto.

Durante aquellas coberturas en el extranjero observaba que su cámara era de baja calidad en comparación con el equipo que llevaban fotógrafos alemanes, estadounidenses o japoneses, pero a pesar de ello hacía cosas increíbles.

“(…) Es como si nuestro Ejército se pone contra Estados Unidos, pero a pesar de eso, de esa competencia, no nos hacía menos profesionales que los muchachos de ahora, pero la carencia de elementos técnicos provocaba hacer cosas increíbles, muchas ocasiones nos hacía ser más profesionales que los de ahora, por lo menos es lo que pensamos los viejos”, declaró Daniel Soto.

UN ASESINO ME SALVÓ LA VIDA

Aparte de retratar a jefes de Estado también conoció a internos de la penitenciaría de Lecumberri, inmueble que hoy es el Archivo General de la Nación.

Al cubrir una “cuerda”, término que se usaba cuando trasladaban a reos a las Islas Marías, Daniel realizó su primer viaje en avión.

En una ocasión en Lecumberri, el asesino José Ortiz Muñoz, “El Sapo” —quien el 2 de enero de 1946 asesinó con una metralleta a más de 100 personas en una manifestación sinarquista en León, Guanajuato—, le salvó la vida cuando un preso lo intentó matar para evitar que lo trasladaran a las Islas Marías.

“Y es que atrás de mí, y sin que desde luego yo me percatara, otro delincuente que también estaba enlistado en la ‘cuerda’ trataba de herirme o matarme con un puñal por la espalda. Gracias a la intervención de ‘El Sapo’ me salvé”, explicó Daniel Soto.

VIDA PROFESIONAL

Daniel Soto dejó de laborar en el periódico La Prensa por un disgusto que tuvo con “El Indio”

COBERTURA. Documentó la inauguración del Centro Vacacional Oaxtepec en 1964.

Fotografió a la reina Isabel II de Inglaterra, le tocó cubrir la entrada triunfal de Fidel Castro en La Habana en enero de 1959; obtuvo primeras planas por sus imágenes de los Juegos Olímpicos de México 1968.