¡Fue el “pueblo uniformado”!

Ayotzinapa fue un punto toral en la construcción de la narrativa opositora de López. Con un uso vil y faccioso lucraron políticamente con la tragedia, señalando culpables en cualquier nivel sin rigurosidad alguna. Ayotzinapa es un caso que representa mucho de lo que está mal en nuestro país: impunidad, corrupción, encubrimiento, colusión entre autoridades y crimen organizado, mentira y sobre todo injusticia. El morenismo apuntaló promesas basado en el sentimiento frustrante de dicha injusticia, ofertaron todo en campaña: “llegar a la última instancia”, “que caiga quien deba caer”, “la verdad a toda costa”; han pasado más de tres años, y lo único que por voluntad han otorgado fue un “nuevo informe resolutivo” donde todo lo importarte se hallaba censurado.

El pasado 24 de septiembre la periodista Peniley Ramírez filtró el informe sin testar de la Comisión de la Verdad para el Caso Ayotzinapa, arrojando a la luz lo que por el alto interés público del caso tuvo que haberse abierto desde inicio. Narraciones deshumanizantes y tortuosas sobre el proceso de asesinato y desaparición de los jóvenes eran objeto de la censura, pero la mayor relevancia de los nuevos descubrimientos es el papel del Ejército y su participación activa en los hechos del crimen: 1) De los 43 jóvenes desaparecidos 37 murieron el mismo día de su rapto, y los seis restantes sobrevivieron alrededor de cuatro días después hasta su ejecución ordenada por el coronel José Rodríguez; 2) parte de los cuerpos desmembrados estuvieron dentro de las instalaciones militares del Batallón 27°, a razón de imposibilidad de los buscadores para acceder al cuartel —el mismo que era objeto de disputa por acceder por parte de los padres y los investigadores del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, y cuyo ingreso fue negado por el exsecretario de la Defensa Salvador Cienfuegos, quien no permitiría que “sus soldados fuesen investigados”.

¿Los resultados? encubrimiento y aturdimiento; en la opinión pública giran múltiples versiones y se impone la infodemia, ante la escalada de información la verdad se disipa. Lo importante no parece el esclarecimiento de los hechos, sino proteger a sujetos cubiertos con el manto de impunidad que conecta a la administración de López con la de Peña. El obradorismo condenó la filtración alegando que ello obstaculiza el camino a la justicia, en tanto, en paralelo, la FGR desechaba 21 órdenes de aprehensión de las 83 que fueron giradas.

El caso se nubla y se distancia de la justicia, con actos como el encubrimiento a los militares o la absolución de José Luis Abarca, el exalcalde de Iguala, que probadamente estuvo involucrado en la toma de decisiones el día de la desaparición y que dentro de las nuevas líneas filtradas luce como ejecutor.

Lo que toda esta nueva maraña de hechos demuestra es una gran advertencia hacia el futuro, ahora que el Ejército halla un robustecimiento de su poder; es una institución opaca y blindada que, si va a operar en funciones de seguridad pública, debe someterse a controles de transparencia. Si la investigación desprestigia al Ejército, es porque algo está podrido, y debe cambiar, no encubrirse. Hoy queda claro que el “pueblo uniformado” fue partícipe de esta tragedia, y que el “pueblo uniformado” debe pagar para que esta atrocidad para no vuelva a pasar.

Por último, una gran felicitación a EL UNIVERSAL, por su 106 aniversario. Una trayectoria histórica, que forma parte de la construcción del día a día de este país. ¡MUCHAS FELICIDADES! •