El Universal

3

DANIEL BLUMROSEN JUÁREZ Enviado —daniel.blumrosen@eluniversal.com.mx

Son los Juegos Olímpicos del silencio, los más sui géneris en la historia, los que parecen una mera terquedad realizarlos, aunque también los que podrían otorgar bálsamo a un planeta ensombrecido por una pandemia que se resiste a ser exterminada, por más esfuerzos que realiza la humanidad.

Un año después de lo originalmente planeado, la capital japonesa recibe los Juegos de la XXXII Olimpiada, aunque no abre sus puertas, porque Japón y su gente no quieren que se lleven a cabo, por más que la ceremonia inaugural ofrezca los olores, texturas, tonos y sabores que distinguen a una de las culturas más ricas y enigmáticas de la Tierra.

Esa que tampoco ha podido escaparse del Covid-19, lo que explica la indiferencia hacia el evento que suele ser la más grande representación de la unión entre los pueblos.

Pese a ser uno de los países más industrializados, con una economía sólida y puntal en el ámbito tecnológico, según cifras oficiales, Japón apenas tiene a poco más del 20% de su población completamente vacunada contra el coronavirus, por lo que la llegada de 85 mil extranjeros (entre deportistas, staff y periodistas) genera alerta entre los habitantes del poderoso titán asiático, quienes temen que representen un importante riesgo de contagio.

El temor ha provocado que el Comité Organizador y el propio Gobierno japonés dictaminaran que las competencias se llevarán a cabo a puerta cerrada. Primero, decidieron que sin espectadores extranjeros; semanas después, también se lo prohibieron a los residentes locales.

“Sí serán unos Juegos muy diferentes, porque no es lo mismo que la gente esté ahí, apoyándote, que todo sea a puerta cerrada”, reconoce la clavadista mexicana Arantxa Chávez, quien vivirá su segunda experiencia en la máxima justa deportiva del planeta (Londres 2012). “Pero nosotros debemos hacer lo que nos corresponde, que es tener un buen desempeño en todo momento”.

“Sí será muy diferente sin público, pero debemos entregarnos al máximo siempre”, complementa Dafne Navarro, quien otorgó a México su primer boleto en gimnasia de trampolín. “Al final, son los Juegos Olímpicos y eso no se compara con absolutamente nada”.

Ni siquiera éstos, que ya tienen su sitio asegurado en la posteridad antes de comenzar oficialmente, porque ningunos se habían llevado a cabo en recintos sin gente, pero es otro de los efectos colaterales provocados por ese silencioso virus que azota al mundo desde finales de 2019, el que ha cobrado más de cuatro millones de vidas.

EDICIONES

UD TOKIO 2020

es-mx

2021-07-23T07:00:00.0000000Z

2021-07-23T07:00:00.0000000Z

https://eluniversal.pressreader.com/article/282591675969798

El Universal