El deporte lo hizo superar sus miedos y el asma

No fue sencillo para Eduardo Ávila. En su casa el deporte era religión. “Mi padre era entrenador nacional de judo; mi mamá, seleccionada nacional de voleibol... Yo un chamaco flaquito, con lentes, que corría para que mi mamá me protegiera”. No, no fue sencillo para Ávila, que compite como débil visual en los Juegos Paralímpicos, y además sufre de asma. “Me caí de la bicicleta, un fuerte golpe, perdí la visión, no en la totalidad, pero me recluyó mucho en mi vida. No podía caminar solo, no podía jugar solo, siempre iba con mi mamá a que me ayudara en todo”. Hasta que el deporte apareció en su vida y lo cogió de la mano. “Los chicos me hacían bullying, no se le decía así en esos años, pero vi que practicar el deporte, el judo me cambió la vida, me hizo crecer y superar mis miedos y mi enfermedad”.